ESTADO DE MÉXICO
El sueño se convirtió en realidad. A ocho meses de haberse titulado, Bruno ya brinda atención odontológica en el consultorio que él ayudó a construir. “Individualmente es una gran satisfacción”, dice.
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Hoy ataviado con su filipina azul y bata, no olvida, que apenas meses atrás, pasó largas faenas acarreando arena, cargando bultos de cemento, “haciendo” mezcla… todo para cumplir su objetivo: “ser independiente”.
Lo consiguió dos años después de que en 2018 concluyera la carrera de Cirujano Dentista en la Facultad de Estudios Superiores (FES) de Iztacala de la UNAM.
Hice mi año de servicio social; salí en julio de 2019 y me titulé en octubre de 2019”, recuerda este joven de 24 años, al que el Covid-19 no truncó sus anhelos.
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Aprovechó la cuarentena para afinar detalles del consultorio. Su mamá, Rosa Isela Marín Fragoso ha sido un referente y un impulso para no detener el camino. “Ella es dentista… tiene una trayectoria y siempre he estado cobijado por ella”, no duda en señalar Bruno.
Bruno Miguel vive en Tepotzotlán, en Cuautitlán; ahí tiene un consultorio su mamá y ahí la ha apoyado en algunos tratamientos, sólo que él quería establecerse en un sitio más comercial.
Desde que empecé el año de mi servicio social me surgió la inquietud de trabajar en una zona un poco más comercial”.
Un terreno, herencia de su abuelita que estaba a disposición de sus tíos se convirtió en el sitio idóneo para empezar a construir el futuro.
Unos tíos se pusieron de acuerdo y me dieron a mi la oportunidad de hacer mi consultorio. Inicié con un pequeño ahorro y así se empezaron a dar las cosas”.
En diciembre de 2019 terminó la construcción de la obra negra, “justo el día 31 echaron la losa”, mencionó el odontólogo.
Los detalles requerían otro esfuerzo, pero ya no había dinero, se extendió el coronavirus y la pandemia obligó al confinamiento por varios meses.
Tuvimos que resguardamos... siendo dentistas, somos de las profesiones expuestas al virus por el tema de los aerosoles, nuestro instrumental y porque se transmite a través de la saliva… atendimos urgencias y vivíamos con los ahorros que teníamos”.
Lejos de desanimarse, con los piquitos, siguieron con la construcción. “No hubo de otra, más que fletarse uno mismo”.
Se refugió en los tutoriales por YouTube, “empezamos a ver cómo se hacen las cosas… el cancel, literalmente nosotros lo hicimos; vimos un video y gracias a eso lo pudimos hacer”.
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Como el consultorio está cerca del Ministerio Público, varios abogados fueron testigos de los esfuerzos de Bruno. El joven que acarreaba mezcla, que colocaba el letrero en la fachada es “ahora el dentista”.
Bruno mencionó que recibió ayuda de un plomero de nombre Humberto, “es un muy buen amigo; él también en su tiempo libre nos vino a ayudar. Él me cortó la lámina y unos tubulares y me tocó remacharlo, pintar mi letrero; para las letras por ejemplo, tenía como un pliegue de plástico en casa que no usaba y yo la recorté, las pintamos y la colocamos en el consultorio”.
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La familia ha sido su motor, lleva muy buena relación con su papá, Juan Miguel Rivera Molina, y con su hermana, Fabiola Rivera Marín, quien junto con su marido está emprendiendo un negocio.
Y fueron su aliciente el día que se lesionó la rodilla. “Me deprimí un tiempo porque tenía el sueño de ser un futbolista profesional”. El presente le da nuevos horizontes, promueve sus servicios a través de redes sociales y alcanza sueños en el consultorio ubicado en Calle Allende S/N, Col, Guadalupe, en Cuautitlán.
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