El papa Francisco es más que un jefe de Estado

Jorge Mario Bergoglio no sólo es el adulto mayor de 84 años, el papa Francisco, el porteño, el hincha del equipo de futbol de San Lorenzo o el jefe de Estado del Vaticano, sino también es un actor fundamental en la actual política internacional y en la diplomacia que conlleva a la Iglesia hacia una mejor humanidad en el siglo XXI.

El primer papa latinoamericano está abriendo a la Iglesia a un mundo que se está expandiendo hacia el liberalismo progresista y está dejando atrás al conservadurismo religioso que rigió por cientos de años dentro de un Estado que ha quedado compactado en las calles romanas. El papa Francisco llega en 2013 después de la renuncia de Benedicto XVI y con un Vaticano hundido en escándalos por pederastia y problemas de identidad.

Desde ese año hasta la fecha, el Papa se ha distinguido por querer cambiar los hábitos que tenían sus antecesores y tratar de convertir su figura en una más austera y menos conservadora en el ámbito de pensamiento ideológico religioso.

Es un jefe de Estado que le gusta dejar su huella en la política internacional y se mete a opinar sobre las amenazas que recibe el mundo entero por conflictos armados.

Después de cancelar todas sus giras, el Papa decidió realizar un peregrinaje por Irak el pasado 5 de marzo: visitó a la pequeña comunidad católica, de unos 200 mil, que vive al norte de ese país (la zona del Kurdistán), la cual se vio amenazada por el Estado Islámico. También buscó un mejor diálogo con el ayatolá Al-Sistani, máxima autoridad chiita de Irak, y con los líderes religiosos de las tierras del legendario histórico bíblico Abraham.

Además, oficialmente se ha dado luz verde para que las mujeres puedan realizar la lectura de la Biblia, ser acólitas en el altar y distribuir la comunión durante una misa. Hasta hace poco, pudo ser reformado el mandato de San Pablo VI de 1972 para que las mujeres pudieran acceder a estas prácticas religiosas.

Había sido difícil imaginar que una mujer pasaría a ser parte importante dentro del equipo de trabajo del máximo representante de la Iglesia católica en el mundo: la hermana francesa Nathalie Becquart fue nombrada subsecretaria del Sínodo de obispos del Vaticano en febrero pasado por el líder de la Iglesia, la primera vez que una mujer llega a ese cargo.

Por otra parte, tenemos a un Papa que por primera vez designa como cardenal a un afroamericano en la historia católica de Estados Unidos. Su nombre es Wilton
Gregory
, originario de Washington.

Bergoglio cambió los clásicos zapatos rojos que denostaban el poder papal, también pidió no utilizar el trono papal dorado y decidió no vivir en el lujoso departamento dentro del Palacio Apostólico del Vaticano.

Aunque ya no sale sin guardaespaldas de la Santa Sede o maneja un viejo Renault, es una figura que llama la atención por los cambios en los lujos y la soberbia papal. Y hablando de cambios, el mismo papa Francisco declaró que apoya la creación de leyes que amparen a las uniones civiles entre personas del mismo sexo. “Los homosexuales tienen derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios”, señaló. Y aunque no sea claramente un respaldo al matrimonio homosexual, se expresa a favor de un asunto que era condenado por la Iglesia todavía hace algunos años.

Su pontificado se sigue viendo envuelto en escándalos de pederastia, actos de corrupción y revueltas opositoras de sectores conservadores dentro del Vaticano, pero el Papa es más que un jefe de Estado. Es un político y diplomático con túnica blanca.

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