Ghosn; el hombre del escape en una caja que todos querían complacer

Carlos Ghosn ayudó a la recuperación económica de Nissan.

Dicen que hay personas que tienen un magnetismo para el éxito, que cuando entran a un lugar la vibra del ambiente cambia y eso podría parecer algo imaginario, pero en realidad cuando Carlos Ghosn entraba a una conferencia de prensa o un autoshow, en su figura de máximo dirigente de la alianza Nissan Renault, provocaba que todas las miradas y los reflectores voltearan hacia él.

Pero en opinión del actual CEO de Nissan, Makoto Uchida, todo esto se debía a que dentro de la marca japonesa el directivo brasileño-libanés había acumulado lo que él definía como “poder absoluto” y creado una cultura laboral donde todos trabajaban para complacerlo.

“Solo intentaba tocar una buena melodía que sonara bien para mi jefe”, dijo Uchida recientemente ante el Tribunal de Distrito de Tokio durante el proceso que se sigue sobre Ghosn pero también sobre Nissan Motor Co. que, como entidad corporativa, está siendo juzgada por cargos de falsificación de informes de valores al infravalorar la compensación de Ghosn

"La falta de transparencia llevó a la actividad ilegal en cuestión porque ponía toda la autoridad en manos de una sola persona. La remuneración y su poder absoluto aplicado al personal eran importantes".

Uchida dijo en ese testimonio que su ex jefe buscó aferrarse al poder durante mucho tiempo y que las consecuencias de las investigaciones tuvieron un impacto moral sobre el resto de los trabajadores de la empresa.

Sin embargo, la postura del actual CEO de Nissan no es compartida por Greg Kelly, un antiguo vicepresidente de la marca nipona en América y quien ha dicho que la compañía buscaba formas legales de compensar a Ghosn por su baja salarial que sufrió en 2010 cuando se exigió la publicación de los salarios de los grandes ejecutivos en Japón, esto con el objetivo de que no se fuera a otra compañía.

Los argumentos del exdirectivo que ahora enfrenta un proceso penal en Japón en arresto domiciliario bajo acusación de que ayudó a su exjefe a maquillas sus ganancias no deberían pasar desapercibidos.

Ghosn fue enviado a Nissan por su socio de la alianza francesa Renault dos décadas antes de su detención en 2018, ayudando a revivir una empresa al borde de la quiebra y convirtiéndose en uno de los principales impulsores de la democratización de los vehículos eléctricos.

Bajo su dirección la alianza vendía más de 10 millones de vehículos al año y en el futuro estaba convertirse en los mayores productores de vehículos eléctricos, pero no con modelos caros como los Tesla o apuestas de deportivos como otras compañías alemanas; su idea era diversificar con vehículos de transporte de última milla o de carga, pero también con SUV’s pensados en la familia con la meta de reducir las emisiones contaminantes.

La otra verdad y el gran escape

Ghosn escucha los comentarios sobre él desde Libano, país al que escapó en 2019 luego de haber sido arrestado en 2018 en Japón cuando su jet arribaba al país nipón y desde su nuevo hogar, un país que no tiene tratado de extradición con Japón, quienes siguen pidiendo su presencia.

Cuando la máxima cabeza de Nissan-Renault escapó la reacción de muchos no era de incredulidad, sino de aceptación de que solo una persona con su personalidad, acostumbrada a triunfar y a obtener lo que deseaba, podía ingeniar un escape de las férreas autoridades japonesas.

En una entrevista con la cadena británica BBC, el antiguo director de la alianza entre la compañía nipona y francesa reveló los principales retos de planear su escape en un método que contrariaba todo su estilo de vida, rodeado de lujos, de fiestas en el palacio de Versalles que algunos comparan con la excentricidad de las realizadas por Luis XVI, de trajes de diseñador, situación que cambió cuando fue llevado a la prisión.

“De repente tuve que aprender a vivir sin reloj, sin computadora, sin teléfono, sin noticias, sin bolígrafo, nada", recordó el libanés en sus palabras a la televisora pública británica al momento que aclaró que su detención fue “un daño colateral” ante el miedo de Nissan sobre Renault por la influencia de la compañía francesa que tiene el 43 por ciento de acciones de la japonesa y de quien pensaban pretendían un ‘golpe de estado’ para hacerse con el control de la firma asiática.

Ante esta situación él planeó su escape luego de que fue puesto en arresto domiciliario después de pagar dos fianzas acumuladas de 13.5 millones de dólares, una misión que parecía casi imposible ante lo conocido que era su rostro, por lo que la única forma que podía hacerlo esa “esconderme y permanecer en una caja o en una maleta para que nadie pudiera verme, ni reconocerme”.

Una época de conciertos en Japón fue el momento adecuado para que una caja de transporte de grandes instrumentos musicales sirviera para el cometido.

El multimillonario, que era considerado uno de los genios de la industria automotriz, viajó en tren bala a Osaka durante dos horas y media para ingresar a un hotel donde fue metido en la caja. Desde ahí se le transportó al aeropuerto de esa localidad donde un jet privado lo esperaba para partir a tiempo en camino a Turquía, su primera escala a la libertad.

"Cuando entras en la caja, no piensas en el pasado, no piensas en el futuro, solo piensas en el momento", dijo a la BBC.

"No tienes miedo, no tienes ninguna emoción excepto la enorme concentración en 'esta es tu oportunidad, no puedes perderla. Si la pierdes, lo vas a pagar con tu vida, con la vida como un rehén en Japón”.

Ghosn sabe que detrás de él quedaron personas que lo ayudaron a escapar y han defendido sus acciones, como los estadounidenses Michael y Peter Taylor, así como Kelly, de quienes dice están en un proceso montado “por una razón falsa. Y lo siento por las personas que son víctimas del sistema de justicia de rehenes en Japón, por todas ellas”.

La verdad tardará tiempo en conocerse, y cada uno dirá lo que sea para salvar su reputación. Lo cierto es que durante la era de Carlos Ghosn las compañías bajo su dirección vivieron un crecimiento importante, pero también un gasto considerable para sostener el estilo de vida de su CEO que hacía su jornada semanal entre París y Tokio, viajando en un jet privado con cargo al presupuesto de las empresas. 

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