¿Te acuerdas en qué gastabas tu dinero cuando eras un pequeño infante? ¿En papas (nomás para que te saliera el tazo), en estampitas para tu álbum de Dragon Ball o el del mundial de futbol, para comprar colores o crayolas? ¿Qué más? Seguro podemos imaginar un montón de cosas en las que un niño gastaría su dinero, pero, en definitiva, un rebaño no parece que podría figurar entre las primeras opciones, ¿no crees? Sin embargo, alguien ha llegado a recordarnos que más nos vale no limitar las probabilidades.
En Irlanda, un niño de diez años, llamado William Woods, se decidió a comprar seis vacas con el dinero que obtuvo en un sorteo navideño. Todo esto luego de un año nada convencional. Y ya nomás por sus iniciales se ganó la entrada al prestigiado club de figuras como Walter White, Willy Wonka, etc. Plop!
Como a la mayoría, la pandemia por COVID afectó a William; el no poder ver a sus amigos, debido a la ausencia de clases presenciales, y la transformación de su hogar en su lugar de estudios fueron los factores que contribuyeron a que este pequeño tuviera un tiempo lejos de lo ideal.
Estas condiciones poco comunes llevaron a William a hacer algo con los 1,000 euros que había ganado en el pasado sorteo navideño. La cuestión ahora era qué elegir: seguir ahorrando ese dinero para sus estudios o comprar seis vacas, sus animales favoritos. Y sí, ya saben qué pasó.
Aquí les dejamos una entrevista que le hicieron en un medio local:
De acuerdo con lo que William declaró para RTE, hasta la fecha esta experiencia ha sido algo muy disfrutable, ya que le gusta la responsabilidad y el trabajo duro. Por otra parte, reconoce también que cuidar de las vacas ha sido algo más difícil de lo que imaginó.
Ruth, la madre de William, anda súper contenta con la decisión de su hijo, pero no sorprendida, debido a que como menciona, a él siempre le ha entusiasmado el emprendimiento, aparte, agrega, es un buen pasatiempo y le enseña lo que cuesta ganarse la vida. Pero… ¿qué irá a hacer con su ganado bebé?
Tal y como sucede con toda experiencia, el aprendizaje no tarda en llegar. Hoy, William dice saber que cuando realmente deseamos algo hay que trabajar por ello y no quedarnos esperando en el sofá.
Por lo que resta del verano, William planea seguir jugando y criando a sus, todavía, becerritos. Más tarde, cuando hayan crecido un poco más, tiene pensado venderlos y repetir el mismo ciclo.
A largo plazo, William desea convertirse en un granjero, como su padre. Para ello sabe que tendrá que trabajar duro, pero eso no parece desanimarlo, al contrario. Por lo pronto, ya está pensando comprar más vacas el próximo año.
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