Rosario Castellanos 'criticaba la degradación de la mujer en lo público y lo doméstico'

Tal Naim*

CIUDAD DE MÉXICO. 

Conocí a Rosario Castellanos como referente de la literatura mexicana y por su conexión con Israel al saber que fue embajadora de México en mi país, pero al adentrarme un poco más a su vida y obra me llamó positivamente la atención su gran aportación a la dignificación y emancipación de la mujer mexicana.

Considero que es importante traer a la memoria algunas de sus ideas y su vigencia en esta época actual.

Una mujer adelantada a su tiempo, desde sus primeras obras mostró su preocupación por las desventajas sociales y prejuicios que pesaban sobre las mujeres mexicanas.

Sus críticas incluían la degradación de la mujer en lo público y lo doméstico, la cosificación del cuerpo femenino, el reducido número de mujeres en profesiones consideradas sólo para los hombres y, por supuesto, la brecha salarial.

En su tesis de posgrado Sobre cultura femenina analiza por qué las mujeres históricamente han sido relegadas del mundo “cultural” y aun así logran posiciones importantes.

Rosario Castellanos llegó como embajadora de México en Israel en 1971, cuando ya era una escritora reconocida, en la cúspide de su madurez intelectual; Rosario escribía diversos artículos periodísticos sobre la liberación de la mujer.

Como diplomática, le tocó ser testigo de la Guerra de Yom Kippur, en 1973, durante el mandato de la primera ministra Golda Meir. En uno de sus ensayos, Feminismo en Israel: las golondrinas y el verano, analiza la situación de las mujeres en Israel, sus avances y obstáculos para compararlos con México, y reconoce que “en Israel se respira mejor”; como asegura la escritora feminista Marta Lamas: “Sí, en Israel Rosario Castellanos vive un momento de plenitud”.

Antes de su trágica muerte en Tel Aviv, el 7 de agosto de 1974, la gran Rosario logra escribir desde nuestro país Mujer que sabe latín…, una compilación de ensayos de escritoras donde también ella llama a la mujer a “romper con los modelos que la sociedad le impone para alcanzar una imagen auténtica y buscar siempre elegirse a sí misma”.

En el mundo actual sus palabras están más vivas que nunca. Creo que de sus inagotables frases me quedo con una que dijo durante un evento sobre la mujer en 1971 “…no hay por qué desesperar. Cada día una mujer —o muchas mujeres— … gana una batalla para la adquisición y conservación de su personalidad. Una batalla que, para ser ganada, requiere no sólo de lucidez de la inteligencia, determinación en el carácter, temple moral, que son palabras mayores, sino también de otros expedientes como la astucia y, sobre todo, la constancia. Una batalla que al ganarse está gestando seres humanos más completos”.

Rosario no sólo logró la realización profesional como escritora, académica y diplomática, también alcanzó el sueño de tener una familia, un esfuerzo que amerita reconocerla como un ejemplo no sólo para mí, sino para todas las mexicanas.

No me queda más que decirles que me siento orgullosa de ser diplomática como Rosario, seguir sus pasos para fortalecer los lazos y la amistad entre Israel y México.

*Agregada Cultural de la Embajada de Israel en México.

 

 

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