Un demonio zurdo, la sombra de O Rei

Ilustración: Horacio Sierra
JC Vargas

CIUDAD DE MÉXICO.

Eduardo Gonçalves tenía dos problemas: había recibido un balonazo en el ojo izquierdo, con amenaza de desprendimiento de retina, y si quería ser titular en el Mundial de México 70 tendría que desbancar al número 10 conocido internacionalmente como Pelé. El sustituto de Edson Arantes do Nascimento era un delantero flacucho, introvertido, sin rostro amenazante, que sólo utilizaba la zurda, cabeceaba mal y con los ojos cerrados, con poca velocidad y disparos sin potencia.

Y sin embargo, aquel brasileño de 26 años tuvo demasiada inteligencia para hacer diabluras con la pierna chueca. No sólo fue titular en tierras mexicanas, gracias a que el técnico Zagallo decidió utilizar a sus cinco dieces como titulares. Gonçalves, conocido simplemente como Tostao por su tamaño (era el nombre de la moneda de 50 centavos en territorio brasileño) dejó de ser la sombra de O Rei, para hacer una mancuerna infernal.

Una frase acuñada en Brasil a fines de los años 70 rezaba que “las paredes entre Pelé y Tostao son la prueba de la existencia de Dios”. Años más tarde, el Flaco César Luis Menotti exclamaría: “Si Pelé no hubiera nacido, Tostao sería Pelé”.

Ser reserva de la Perla Negra significaba mirar todos los partidos en el banquillo. Tostao creía que no jugaría nunca, preocupación que le confesó al técnico Joao Saldanha. El estratega le respondió: “desde hoy, usted es titular absoluto”. La mala fortuna para Tostao fue que Saldanha tendría problemas con Pelé y al final tuvo que tomar las maletas para dejar el mando a Mario Lobo Zagallo.

Luego apareció el balonazo en el ojo, un año antes del Mundial mexicano, tras un disparo del defensa Ditao, del Corinthians. La carrera y la vista del capitán del Cruzeiro estaban en serio peligro. Tostao se puso en manos del doctor brasileño Roberto Abdalla Moura, quien radicaba en Estados Unidos. El jugador bajito no sólo tuvo tiempo para recuperarse, sino que puso a prueba la retina de su ojo izquierdo subiéndose a la montaña rusa en Disneylandia.

En eliminatoria rumbo al mundial, Tostao metió 10 goles y convenció a Zagallo. La prensa se cuestionaba ¿cómo era posible que un sujeto de piernas gordas, bajito y lento hiciera tanto daño al rival?

Entonces, el genio Zagallo decidió jugar con cinco delanteros en México 70: Pelé (Santos), Jairzinho (Botafogo), Gerson (Sao Paulo), Rivelino (Corinthians) y Tostao (Cruzeiro). ¿El resultado?, 19 goles en seis partidos y la obtención de la Copa del Mundo. Los marcianos brasileños llegaron a nuestro país a mostrarnos el jogo bonito.

Eduardo Gonçalves brilló en el triunfo ante Perú, en cuartos de final, con un par de goles ante el portero Luis Rubinos. Pero hay que reconocer que se le aplaudió más el centro que mandó al área de Inglaterra, de media vuelta y sin mirar, con un balón que llegó a los pies de Pelé, quien detuvo el tiempo por segundos y luego tocó a su diestra para que llegara Jairzinho y fusilara el portero Gordon Banks.

Tostao se retiró en 1973 por la amenaza de perder el ojo izquierdo. Aprovechó el tiempo para estudiar medicina (oftalmología) y más tarde se convertiría en comentarista deportivo. Hoy es escritor y conferencista.

 

AMU

 

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