Prácticamente, todos vimos ese explosivo batazo de José Altuve sobre la gran velocidad del lanzamiento del estelar Albertín Aroldis Chapman.
Era aquel 2017 de la posterior polémica, que si el espionaje, que si no se quitó la camisola el chaparrito atómico, et al, cuando no de la mejor manera nos enteramos que ahora sí la tecnología podría meterle no muy buen ruido al beisbol.
También recordamos —o subrayamos— casos dramáticos de peloteros golpeados por lanzamientos al cuerpo o a la cabeza. Viene a la mente aquel que le rompió parte del casco a Sammy Sosa o, en México, uno que dejó a Eduardo El Mosco Arredondo, incluso, fuera de circulación un buen rato.
No es cosa menor, es parte del juego el recurso de los lanzadores para intimidar a un bateador que se le mete a la zona. Es una manera —para varios sluggers— de tener un mejor parado en la caja y hasta dejarse golpear (con esas coderas biónicas) y embasarse.
Esta entrega iba a irse por el cierre de los cambios en esta temporada. La verdad, un calendario bastante insípido en ese aspecto.
Lo cierto es que el mencionado Albertín Aroldis, el de la multa en Florida por (súper) exceso de velocidad y el mismo que ya tuvo un episodio de violencia doméstica (con su respectiva sanción) se metió a la polémica de nuevo. ¿Se debe sancionar la intención?
Chapman, con la imperiosa necesidad de que los Yanquis al fin pudieran ganarle a Tampa, tuvo a bien “arrimarle el fuego” a Michael Brousseau, con una pichada de 101 mph a la cabeza.
Se dice “no es posible que eso sea intencional”, por igual se expone el valor de la integridad de tu compañero de profesión; los fans de los NYY dicen “que se aguante, es beisbol”, y el resto de quienes comentan (eres Yanqui o anti) pues dicen “eso estuvo a nada de ser un crimen”.
Sí, el riesgo de lastimar seriamente a un bateador con una pichada que rompe la barrera de las 100 millas por hora es indiscutible. Si lo hizo el serpentinero con el propósito de “bajarlo”, probablemente sea poco factible, aunque, sería bueno revisar si hubo declaraciones, gritos (en ése y en juegos anteriores), señalamientos, todo podría evitar algo peor: una lesión seria hasta para acabar con la carrera de alguien.
Superbeisboleros, con la baja notoria de Boston, tenemos quizá la más acendrada rivalidad en Las Mayores: Bombarderos y Rayos juegan a tope cada encuentro y eso se agradece.
Claro que emocionan los Padres de San Diego en La Nacional con la llegada de Mike Clevinger, Jason Castro y otros más, aunque… La Americana con Atléticos, Medias Blancas, Astros, Mellizos, Indios y hasta Azulejos, pinta de manjar.
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